jueves, 24 de febrero de 2011

Perdonen la tristeza

La tristeza esta ahí siempre.
Y cuando no se acepta se eriza el hígado, sale la ira, se despierta la violencia y entonces se es capaz de matar.
La tristeza está ahí siempre.
En lo profundo.
Desde mi abismo personal emanan lágrimas que no tienen razón aparente, no es nada en especial, y lo es todo a la vez.

La tristeza está ahí siempre.
Se ha convertido en compañera, en motor,… sin tristeza no hay conciencia, primero hay que pasar por ella, y luego cogerla de la mano y ponerse a caminar.
Lo mismo que la ira. Igual. Porque sólo acogiendo nuestras emociones primarias seremos capaces de trascender de ellas y empoderarnos para la lucha. La que cada uno elija. No hablo de violencia, digo lucha.

Vivir en ese frágil equilibrio entre esos dos extremos: ahí donde vive la empatía. Cuando la pantalla demasiada acuosa de los ojos empieza a desvanecerse y el puño logra desapretarse, entonces se empieza a mirar hacia fuera y se ve al otro, tal como es: otro legítimo ser

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